viernes, 18 de noviembre de 2016

Cuentos redondos



ARIEL SCHER PRESENTA “DEPORTIVO SAER”, UN LIBRO QUE UNE FÚTBOL Y LITERATURA.

Alejandro Mangiaterra


El que habla es Ariel Scher: “La vida tiene muchas formas y, a veces, la forma es la de los libros. El deporte también tiene muchas formas y, de nuevo, a veces la forma es la de los libros. Y eso es todo o casi todo para explicar que en estas horas empieza a circular por las librerías ‘Deportivo Saer (y otros cuentos de literatura y deporte)’, el libro que entrecruza cuentos de literatura y deporte o de deporte y literatura que hicimos en los últimos tiempos.


“Ojalá el libro –editado por Club House–, sea lo que apunta su contratapa: ‘Colección de historias, homenaje a incontables autores y deportistas, original ensayo con forma de cuentos sobre la trama de vínculos que ata a la literatura con el deporte, desfile de hallazgos sobre la presencia del deporte en escritos y escritores muy diversos: todo eso cabe en esta obra’”, dice Scher, humilde, sencillo, amable. Aunque tiene un curriculum como para no serlo, como para enrostrarnos en la cara pertenecer a esa elite de gente que puede permitirse jugar con las palabras a gusto y ponerlas donde quiera. Ellas siempre se mostrarán elegantes. Scher se codea con los mejores de nuestra literatura, porque pertenece a ella. Sin embargo, prefiere seguir siendo un aprendiz.

—¿Qué es Deportivo Saer?

—Son cuentos de literatura y deporte. Son ficciones deportivas en las que participan, como co-actores, nuestras referencias literarias. Por ejemplo, hay un cuento sobre Nicolino Locche en el que en el texto se van deslizando referencias que hicieron de Locche distintos autores y narradores a través del tiempo. Son cuentos en los que en el medio aparecen personajes de Roberto Arlt, Eduardo Sacheri, Roberto Fontanarrosa y hasta ellos mismos. Desde Borges hasta el gordo Soriano. Autores más o menos conocidos pero que están en nuestra historia.

—¿Por qué se llama Deportivo Saer, el libro?

—Porque hay un cuento que se llama así. El equipo de fútbol que se describe ahí juega según la lógica de Saer. Su delantera es Nadie, Nada, Nunca; en alusión a uno de los grandes textos que escribió, y después van apareciendo referencias a personajes de sus obras. Como es un cuento que sintetiza el sentido del libro definimos que el nombre del libro sea el de ese cuento.

—¿Cómo nace la idea del libro?

—Nosotros sabemos que el deporte es una gran llave para llevarnos al mundo de la literatura y la literatura es una gran llave para arrimarnos al mundo del deporte. Yo sentí que no tenía por qué privarme de ninguno de los dos elementos. Entonces, lo que hice fue tratar de estimular esas dos cosas. Es pedirle prestado un poco a cada uno. El deporte siempre me ayudó a conocer sobre historia, política, literatura y otros temas. La apuesta tiene que ver con eso. Tengo el sueño de que mucha gente se acerque a la lectura a través de esto.

—¿Cómo estructuraste este libro en particular?

—Me planteé el desafío de escribir historias asociándolas con lo que los otros habían escrito. Me tomé la tarea de escribir un texto cada día, a veces me salteaba algún día, pero lo intentaba. Este libro tiene más de veinte relatos, algunos quedaron afuera, otros no están terminados y no tengo claro porque quedaron estos pero son los que están.

—¿Cómo te llevas con el proceso de escribir?

—Yo lo disfruto. Disfruto que no me salgan las cosas, que es lo que pasa casi siempre, que no estén a la altura de mis propias pretensiones. Quizá eso me frustra un poco pero está bien que pase. El acto creativo me produce un gran desafío.

—¿Cómo te llevás con cierto menosprecio que se hizo de la literatura de la pelota?

—Yo creo que cada vez hay menos prejuicios sobre eso y cada vez hay más gente que piensa que el deporte puede ayudarnos en otros territorios. Cada vez se lo piensa más como una buena herramienta. No tengo muy estudiado ese prejuicio, pero sin haberlo estudiado creo que está más atenuado. Juan Sasturain dice que uno escribe de lo que conoce. Y bueno, escribir del deporte es escribir de algo que conocemos. Incluso, algunos autores que  no conocen con precisión algunos deportes utilizan ese recurso para poder describir determinado mundo.

—¿El escritor canónico hoy está más cerca que antes de lo popular?

—No lo sé. Sí creo que los escritores que escriben de fútbol son grandes escritores. Por ejemplo, Sasturain, ya que lo nombramos, es un gran escritor y es un gran hincha de fútbol. A veces él junta esos mundos y a veces no.

—¿Cómo te llega la literatura?

—Mi abuelo materno leía mucho. Amaba a los libros. Decía que si un libro se caía al piso había que darle un beso al levantarlo para consolarlo. Él me fue vinculando por esa vía. Además, mi papá me hacía leer mucho “El Gráfico”, me regaló “Literatura de la Pelota” de Roberto Santoro y tanto él como mi madre tuvieron un fuerte lazo con la lectura, más o menos sistemática. Yo en un momento de mi vida me di cuenta que ellos compraban a algunos autores para que yo algún día los leyera. No como una resolución consciente sino como una cosa de estimulación. Y en eso ando, sigo leyendo.

—¿Cómo lograste sostener el mandato familiar para con tus hijos?

—Mis dos hijos escriben, leen y estudian. Los dos hacen cosas con las palabras, la verdad es que es un estímulo para mí que ahora sean ellos los que me empujan a leer y me enseñan.
—¿Te sentís una referencia para tus colegas?

—Siento que tengo un montón de amigos de los que aprendo. Lo digo en serio, sin falsa modestia. Hay mucha gente que escribe y edita muy bien. Y yo les agradezco que me inviten a hacer cosas con ellos.

—¿Me contaron que hay gente que se ha asustado viendo tu biblioteca?

—No es tan impresionante. Debe ser gente que le gusta ver bibliotecas y la pasa bien viéndolas. Si le gustaran mis vecinos tal vez se la pasarían mirando a mis vecinos por la ventana.


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