ARIEL SCHER PRESENTA “DEPORTIVO SAER”, UN
LIBRO QUE UNE FÚTBOL Y LITERATURA.
El que habla es Ariel Scher: “La vida tiene
muchas formas y, a veces, la forma es la de los libros. El deporte también
tiene muchas formas y, de nuevo, a veces la forma es la de los libros. Y eso es
todo o casi todo para explicar que en estas horas empieza a circular por las
librerías ‘Deportivo Saer (y otros cuentos de literatura y deporte)’, el libro
que entrecruza cuentos de literatura y deporte o de deporte y literatura que
hicimos en los últimos tiempos.
“Ojalá el libro –editado por Club House–, sea
lo que apunta su contratapa: ‘Colección de historias, homenaje a incontables
autores y deportistas, original ensayo con forma de cuentos sobre la trama de
vínculos que ata a la literatura con el deporte, desfile de hallazgos sobre la
presencia del deporte en escritos y escritores muy diversos: todo eso cabe en
esta obra’”, dice Scher, humilde, sencillo, amable. Aunque tiene un curriculum
como para no serlo, como para enrostrarnos en la cara pertenecer a esa elite de
gente que puede permitirse jugar con las palabras a gusto y ponerlas donde
quiera. Ellas siempre se mostrarán elegantes. Scher se codea con los mejores de
nuestra literatura, porque pertenece a ella. Sin embargo, prefiere seguir
siendo un aprendiz.
—¿Qué es Deportivo Saer?
—Son cuentos de literatura y deporte. Son
ficciones deportivas en las que participan, como co-actores, nuestras
referencias literarias. Por ejemplo, hay un cuento sobre Nicolino Locche en el que
en el texto se van deslizando referencias que hicieron de Locche distintos
autores y narradores a través del tiempo. Son cuentos en los que en el medio
aparecen personajes de Roberto Arlt, Eduardo Sacheri, Roberto Fontanarrosa y
hasta ellos mismos. Desde Borges hasta el gordo Soriano. Autores más o menos
conocidos pero que están en nuestra historia.
—¿Por qué se llama Deportivo Saer, el libro?
—Porque hay un cuento que se llama así. El
equipo de fútbol que se describe ahí juega según la lógica de Saer. Su
delantera es Nadie, Nada, Nunca; en alusión a uno de los grandes textos que escribió,
y después van apareciendo referencias a personajes de sus obras. Como es un
cuento que sintetiza el sentido del libro definimos que el nombre del libro sea
el de ese cuento.
—¿Cómo nace la idea del libro?
—Nosotros sabemos que el deporte es una gran
llave para llevarnos al mundo de la literatura y la literatura es una gran
llave para arrimarnos al mundo del deporte. Yo sentí que no tenía por qué
privarme de ninguno de los dos elementos. Entonces, lo que hice fue tratar de
estimular esas dos cosas. Es pedirle prestado un poco a cada uno. El deporte
siempre me ayudó a conocer sobre historia, política, literatura y otros temas.
La apuesta tiene que ver con eso. Tengo el sueño de que mucha gente se acerque
a la lectura a través de esto.
—¿Cómo estructuraste este libro en particular?
—Me planteé el desafío de escribir historias
asociándolas con lo que los otros habían escrito. Me tomé la tarea de escribir
un texto cada día, a veces me salteaba algún día, pero lo intentaba. Este libro
tiene más de veinte relatos, algunos quedaron afuera, otros no están terminados
y no tengo claro porque quedaron estos pero son los que están.
—¿Cómo te llevas con el proceso de escribir?
—Yo lo disfruto. Disfruto que no me salgan las
cosas, que es lo que pasa casi siempre, que no estén a la altura de mis propias
pretensiones. Quizá eso me frustra un poco pero está bien que pase. El acto
creativo me produce un gran desafío.
—¿Cómo te llevás con cierto menosprecio que se
hizo de la literatura de la pelota?
—Yo creo que cada vez hay menos prejuicios
sobre eso y cada vez hay más gente que piensa que el deporte puede ayudarnos en
otros territorios. Cada vez se lo piensa más como una buena herramienta. No
tengo muy estudiado ese prejuicio, pero sin haberlo estudiado creo que está más
atenuado. Juan Sasturain dice que uno escribe de lo que conoce. Y bueno,
escribir del deporte es escribir de algo que conocemos. Incluso, algunos
autores que no conocen con precisión
algunos deportes utilizan ese recurso para poder describir determinado mundo.
—¿El escritor canónico hoy está más cerca que
antes de lo popular?
—No lo sé. Sí creo que los escritores que
escriben de fútbol son grandes escritores. Por ejemplo, Sasturain, ya que lo
nombramos, es un gran escritor y es un gran hincha de fútbol. A veces él junta
esos mundos y a veces no.
—¿Cómo te llega la literatura?
—Mi abuelo materno leía mucho. Amaba a los
libros. Decía que si un libro se caía al piso había que darle un beso al
levantarlo para consolarlo. Él me fue vinculando por esa vía. Además, mi papá
me hacía leer mucho “El Gráfico”, me
regaló “Literatura de la Pelota” de
Roberto Santoro y tanto él como mi madre tuvieron un fuerte lazo con la
lectura, más o menos sistemática. Yo en un momento de mi vida me di cuenta que
ellos compraban a algunos autores para que yo algún día los leyera. No como una
resolución consciente sino como una cosa de estimulación. Y en eso ando, sigo
leyendo.
—¿Cómo lograste sostener el mandato familiar
para con tus hijos?
—Mis dos hijos escriben, leen y estudian. Los
dos hacen cosas con las palabras, la verdad es que es un estímulo para mí que
ahora sean ellos los que me empujan a leer y me enseñan.
—¿Te sentís una referencia para tus colegas?
—Siento que tengo un montón de amigos de los
que aprendo. Lo digo en serio, sin falsa modestia. Hay mucha gente que escribe
y edita muy bien. Y yo les agradezco que me inviten a hacer cosas con ellos.
—¿Me contaron que hay gente que se ha asustado
viendo tu biblioteca?
—No es tan impresionante. Debe ser gente que
le gusta ver bibliotecas y la pasa bien viéndolas. Si le gustaran mis vecinos tal
vez se la pasarían mirando a mis vecinos por la ventana.
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