viernes, 14 de julio de 2017

Los libros no muerden, son mordidos

“Cada vez leemos más”, se escuchó varias veces en el auditorio de la Biblioteca Argentina. En el marco de la sexta edición de la Semana de la Lectura, Roberto Igarza, especialista en consumos culturales vino a proponernos desmitificar algunas cuestiones en torno de la lectura, de los libros y de nuestra relación con ellos.

La frase inicial no sólo fue expresada por el graduado de la École d’Ingénieurs de Lausanne (Suiza) sino que también coqueteó en los labios de Sandra Valdettaro, Doctora en Comunicación por la UNR y hasta fue consecuente en la Noche de las Librerías, donde cientos de caminantes merodearon las góndolas como si se tratara de un supermercado.


El sólo hecho de reunirnos en una biblioteca, en un sitio tan particular como la biblioteca argentina es toda una simbología”, le dijo Igarzu a Rosario Express en torno de su ponencia. Y agregó acerca de las actividades: “Aquellas políticas públicas que reconocen el valor del libro son importantes y aquellas que reconocen el valor de la lectura son mucho más importantes”, indicó. Con esta frase dejó sentadas las bases de uno de sus tópicos en la charla, una idea sobre la que Igarza volverá más adelante: el quiebre entre los términos “lectura” y “libro” hasta hoy tan indisolublemente ligados.

Dentro de las inquietudes que lo trajeron a Rosario estuvo el deseo de desmitificar algunos pensamientos arraigados en la sociedad y de poner en cuestión algunos otros. La primera ya quedó planteada y la siguiente corresponde al ámbito escolar. Para el autor de Burbujas de Ocio, la escuela juega un papel “desnaturalizador”, porque opera ofreciéndole cosas con las que los niños tienen poco contacto en sus casas. La mayoría de ellos pasa menos tiempo con un libro en la mano que con cualquier otro objeto soporte de texto.

Ruptura del lazo libro-lectura
“Es interesante revalorizar el término lectura, no necesariamente en detrimento del término libro, pero necesitamos salir de la encerrona bibliomaníaca. Es decir, la lectura está estrechamente vinculada con el libro pero no podemos desapegar el proceso que representa, tan importante para la educación, para la cultura, que es la lectura en sí misma, independientemente del soporte”, expresó Igarza.

Mientras dice esto se le presenta un posible contraargumento y se apura a responder: “Esto para no caer en las estigmatizaciones fáciles de quienes piensan que lo que se lee en otros soportes no es lectura, que las hiperbrevedades sobre todo de las redes sociales no son lecturas”, indica. Pero a su vez, no cierra el debate y de cierta manera cede: “Eso me parece que es discutible, quienes piensen así pueden tener relativa razón pero hay que darle una nueva perspectiva a la lectura disociada del libro y navegando otros soportes”, reafirma.

En tal sentido, Igarza prepara una descripción acerca de quiénes son los que hoy se acercan a la lectura ofreciendo una manera diferente de pensar al lector: “No podemos pensar que la lectura rige solamente para los compradores compulsivos de libros, hay muchas formas de lectura y hay muchos lectores. En definitiva, no hay un lector de tiempo completo”, explica.

El profesor del Programa de Investigación en Educación Ubicua no cree que haga falta tentar a la gente a leer. Primero argumenta que después de un proceso de oralidad importante que se vivió en términos de comunicación durante dos o tres décadas, hemos llegado a una etapa en la que el texto escrito se ha revalorizado: “De hecho, hoy vemos a menudo que la gente escribe mucho en su teléfono y lee mucho desde sus dispositivos”. Según indica, no podemos pensar a la lectura disociada de la escritura: “La lectura lleva a la comprensión, la comprensión lleva implícita la idea de que yo también puedo desarrollar mis ideas. Con lo cual la lectura y la escritura han renovado su pacto”, señala finalmente.

Por otro lado, en lo que refiere a otros soportes vinculado a lo tecnológico, cualquiera sea la pantalla, cualquiera sea el tamaño, Igarza indica que aparecen cada vez más textos en cualquier sitio. Incluso asegura que la televisión hoy tiene en su pantalla una cantidad de texto que era inimaginable hace unos quince o veinte años atrás: “Con ello quiero decir que leemos muchas más palabras que en otro tiempo. Eso no hace suponer que seamos lectores de clásicos sistemáticamente; eso no nos convierte en lectores metódicos. Leemos en otros contextos y en otros soportes y eso también es bienvenido”, afirma de modo optimista.

El libro del futuro

Hace un tiempo, desde el Programa universitario que encabeza, realizó una investigación hurgando en el colectivo imaginario de niños y adultos respecto de lo que sería el futuro de la lectura. La pregunta que aparecía en el sustrato del método era saber cómo imaginaban el libro del futuro, cómo serían esas escenas de lectura. Igarza, indicó: “En todos los casos no encontramos a ninguno que nos dijera que la lectura iba a desparecer o qué los textos correrían esa suerte, mucho menos que los libros fueran a desaparecer”, manifestó.

El autor de La cuarta pantalla también describió su experiencia con el objeto libro y expande ese sentimiento a todos aquellos chicos que hayan pasado por la experiencia de tener uno entre las manos: “Los libros juegan un papel muy especial. Los niños toman un contacto muy temprano con los libros y hasta los muerden. Son almacenes de recuerdos. Cada mordida representa un recuerdo afectivo, un vínculo tenso, conflictivo con la historia o placentero con el relato, con la figura, con el personaje. Y eso es en parte Lo que hay que sostener, aunque no quiero ponerse nostálgico, no soy de esos”, indicó saliendo de su remembranzas. “Hoy nadie va por ahí mordiendo su teléfono celular”, dijo entre risas.

Como anécdota quedará la ausencia de un ilustrador de Bariloche que no pudo llegar a Rosario  producto de la erupción del volcán Calbuco, mientras los chistes se multiplicaban en el evento al conocerse la noticia. De todos modos, nada detuvo esta Sexta Edición de la Semana de la Lectura en la que hubo unas cincuenta cosas diferentes, dirigidas al público más variado: jornadas para mediadiores y padres con el objetivo de que adquieran herramientas para promover la lectura, muestras como la del complejo astronómico con dispositivos digitales que giran sobre la figura de Julio Verne, un autor clásico pero que imaginó el futuro como pocos lo hicieron. Incluso, charlas en las que el destinatario era la prensa, no sólo porque la idea madre era la difusión sino que además llevaba consigo el deseo de que se interesen en hablar de los nuevos vínculos de la lectura y los chicos.  

Al respecto, Fernanda González Cortiñas, organiza del evento e integrante del área de Lectura de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, aseguró que se cumplieron con los objetivos prefijados: “Este año decidimos dedicar el evento al futuro de la lectura porque, mas allá de los libros, vemos un cambio de paradigma en la lectura que tiene que ver con los nuevos formatos, con leer en pantallas, con múltiples lecturas, con lecturas en árbol y queríamos hablar de esto”, señaló a Rosario Express. Y además agregó: “La idea es que durante una semana en cada institución haya un pequeño homenaje a la lectura, que no siempre tiene que ver con lo literario ni con los libros, sino con la lectura simplemente”.

En cuanto a los tópicos sobre los que se manifestó el profesor Igarza, la coordinadora del área de Lectura, rescató: “Los adultos estamos más preocupados por saber hacia adonde nos llevan los nuevos parámetros de lecturas, las nuevas tecnologías. Algo que no le pasa a los chicos, que van acompañando los cambios, las transformaciones, de modo natural”, expresó.

Mientras tanto, revalorizó el sitio que ocupa la lectura en el crecimiento cotidiano: “Siempre hay espacio para la lectura. Te permite conectarte con vos mismo. Los chicos han perdido el espacio público como escenario de juego y la lectura les ofrece un pequeño lugar interior donde imaginar y ser quien uno quiere ser. Y nosotros tenemos la tarea de acercarles ese pequeño espacio que les pertenece, ya sea comprándoles libros u ofreciéndoles posibilidades desde los soportes digitales”, cerró.

Tres tópicos finales

La charla con Roberto Igarzu se disparó hacia otros espacios, recuerdos de niño, vivencias como docente y una multiplicidad de aspectos pero siempre tuvieron como eje a la lectura. Nos quedan tres aspectos sobre los que vale la pena regresar; que hoy según sus estudios se lee mucho más que antes; que es notable en estos tiempos la ruptura del lazo que unía a los términos libro y lectura y que la escuela hoy juega un papel desnaturalizador, a contramano de lo que ocurre en cada casa, donde los soportes digitales tienen supremacía y preponderancia. Y queda pendiente una pregunta:

-¿podemos quedarnos tranquilos de que el libro no va a desaparecer?

- No puedo vaticinar que el libro vaya a ser eterno, tampoco que vaya a desaparecer. Esto es mercancía y contenido, cómo decía Bourdieu. Como mercancía tal vez la valoración social esté en un proceso de transformación hacia otra cosa. Hay que entender que lo que seguro tiene futuro es la lectura aunque sus formatos y soportes puedan ir sufriendo las transformaciones que son hijas de las evoluciones.

Como en una suerte de apoyo conceptual dice al respecto Umberto Eco: “Las prácticas y las costumbres coexisten y no hay nada que nos guste más que ampliar el abanico de nuestras posibilidades. ¿Acaso las películas han matado a los cuadros?, ¿o la televisión al cine? Bienvenidos sean, pues, los soportes y los periféricos que nos aseguran el acceso, a través de una simple pantalla, a la biblioteca universal ya digitalizada”. Y amplía: “Con internet hemos vuelto a la era alfabética. Si alguna vez pensamos que habíamos entrado en la civilización de las imágenes, pues bien, el ordenador nos ha vuelto introducir en la galaxia de Gutenberg y todos se ven de nuevo obligados a leer”, expresa en su texto Nadie acabará con los libros, escrito a dúo con Jean Claude Carriére.


A modo de cierre, Eco se permite una licencia nostálgica. A pesar de sentirse parte de la transformación, no puede dejar de mencionar que su objeto más preciado no tiene rival: “El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. El libro ha superado sus pruebas y no se ve cómo podríamos hacer nada mejor para desempeñar esa misma función”.

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