“Cada vez leemos más”, se escuchó varias veces en el
auditorio de la Biblioteca Argentina. En el marco de la sexta edición de la Semana
de la Lectura, Roberto Igarza, especialista en consumos culturales vino a
proponernos desmitificar algunas cuestiones en torno de la lectura, de los
libros y de nuestra relación con ellos.
La frase inicial no sólo fue expresada por el graduado de la
École d’Ingénieurs de Lausanne (Suiza) sino que también coqueteó en los labios
de Sandra Valdettaro, Doctora en Comunicación por la UNR y hasta fue
consecuente en la Noche de las Librerías, donde cientos de caminantes
merodearon las góndolas como si se tratara de un supermercado.
“El sólo hecho de
reunirnos en una biblioteca, en un sitio tan particular como la biblioteca
argentina es toda una simbología”, le dijo Igarzu a Rosario Express en torno de
su ponencia. Y agregó acerca de las actividades: “Aquellas políticas públicas
que reconocen el valor del libro son importantes y aquellas que reconocen el
valor de la lectura son mucho más importantes”, indicó. Con esta frase dejó
sentadas las bases de uno de sus tópicos en la charla, una idea sobre la que
Igarza volverá más adelante: el quiebre entre los términos “lectura” y “libro”
hasta hoy tan indisolublemente ligados.
Dentro de las inquietudes que lo trajeron a Rosario estuvo
el deseo de desmitificar algunos pensamientos arraigados en la sociedad y de
poner en cuestión algunos otros. La primera ya quedó planteada y la siguiente
corresponde al ámbito escolar. Para el autor de Burbujas de Ocio, la escuela juega un papel “desnaturalizador”, porque
opera ofreciéndole cosas con las que los niños tienen poco contacto en sus
casas. La mayoría de ellos pasa menos tiempo con un libro en la mano que con cualquier
otro objeto soporte de texto.
Ruptura del lazo
libro-lectura
“Es interesante revalorizar el término lectura, no necesariamente
en detrimento del término libro, pero necesitamos salir de la encerrona bibliomaníaca. Es decir, la lectura está
estrechamente vinculada con el libro pero no podemos desapegar el proceso que
representa, tan importante para la educación, para la cultura, que es la
lectura en sí misma, independientemente del soporte”, expresó Igarza.
Mientras dice esto se le presenta un posible contraargumento
y se apura a responder: “Esto para no caer en las estigmatizaciones fáciles de quienes
piensan que lo que se lee en otros soportes no es lectura, que las hiperbrevedades sobre todo de las redes
sociales no son lecturas”, indica. Pero a su vez, no cierra el debate y de
cierta manera cede: “Eso me parece que es discutible, quienes piensen así
pueden tener relativa razón pero hay que darle una nueva perspectiva a la
lectura disociada del libro y navegando otros soportes”, reafirma.
En tal sentido, Igarza prepara una descripción acerca de
quiénes son los que hoy se acercan a la lectura ofreciendo una manera diferente
de pensar al lector: “No podemos pensar que la lectura rige solamente para los
compradores compulsivos de libros, hay muchas formas de lectura y hay muchos
lectores. En definitiva, no hay un lector de tiempo completo”, explica.
El profesor del Programa de Investigación en Educación
Ubicua no cree que haga falta tentar a la gente a leer. Primero argumenta que
después de un proceso de oralidad importante que se vivió en términos de
comunicación durante dos o tres décadas, hemos llegado a una etapa en la que el
texto escrito se ha revalorizado: “De hecho, hoy vemos a menudo que la gente
escribe mucho en su teléfono y lee mucho desde sus dispositivos”. Según indica,
no podemos pensar a la lectura disociada de la escritura: “La lectura lleva a
la comprensión, la comprensión lleva implícita la idea de que yo también puedo
desarrollar mis ideas. Con lo cual la lectura y la escritura han renovado su
pacto”, señala finalmente.
Por otro lado, en lo que refiere a otros soportes vinculado
a lo tecnológico, cualquiera sea la pantalla, cualquiera sea el tamaño, Igarza
indica que aparecen cada vez más textos en cualquier sitio. Incluso asegura que
la televisión hoy tiene en su pantalla una cantidad de texto que era
inimaginable hace unos quince o veinte años atrás: “Con ello quiero decir que
leemos muchas más palabras que en otro tiempo. Eso no hace suponer que seamos
lectores de clásicos sistemáticamente; eso no nos convierte en lectores
metódicos. Leemos en otros contextos y en otros soportes y eso también es
bienvenido”, afirma de modo optimista.
El libro del futuro
Hace un tiempo, desde el Programa universitario que
encabeza, realizó una investigación hurgando en el colectivo imaginario de
niños y adultos respecto de lo que sería el futuro de la lectura. La pregunta
que aparecía en el sustrato del método era saber cómo imaginaban el libro del
futuro, cómo serían esas escenas de lectura. Igarza, indicó: “En todos los
casos no encontramos a ninguno que nos dijera que la lectura iba a desparecer o
qué los textos correrían esa suerte, mucho menos que los libros fueran a
desaparecer”, manifestó.
El autor de La cuarta
pantalla también describió su experiencia con el objeto libro y expande ese
sentimiento a todos aquellos chicos que hayan pasado por la experiencia de
tener uno entre las manos: “Los libros juegan un papel muy especial. Los niños
toman un contacto muy temprano con los libros y hasta los muerden. Son
almacenes de recuerdos. Cada mordida representa un recuerdo afectivo, un
vínculo tenso, conflictivo con la historia o placentero con el relato, con la
figura, con el personaje. Y eso es en parte Lo que hay que sostener, aunque no
quiero ponerse nostálgico, no soy de esos”, indicó saliendo de su remembranzas.
“Hoy nadie va por ahí mordiendo su teléfono celular”, dijo entre risas.
Como anécdota quedará la ausencia de un ilustrador de
Bariloche que no pudo llegar a Rosario
producto de la erupción del volcán Calbuco, mientras los chistes se
multiplicaban en el evento al conocerse la noticia. De todos modos, nada detuvo
esta Sexta Edición de la Semana de la Lectura en la que hubo unas cincuenta
cosas diferentes, dirigidas al público más variado: jornadas para mediadiores y
padres con el objetivo de que adquieran herramientas para promover la lectura,
muestras como la del complejo astronómico con dispositivos digitales que giran
sobre la figura de Julio Verne, un autor clásico pero que imaginó el futuro
como pocos lo hicieron. Incluso, charlas en las que el destinatario era la
prensa, no sólo porque la idea madre era la difusión sino que además llevaba
consigo el deseo de que se interesen en hablar de los nuevos vínculos de la
lectura y los chicos.
Al respecto, Fernanda González Cortiñas, organiza del evento
e integrante del área de Lectura de la Secretaría de Cultura y Educación de la
Municipalidad de Rosario, aseguró que se cumplieron con los objetivos
prefijados: “Este año decidimos dedicar el evento al futuro de la lectura
porque, mas allá de los libros, vemos un cambio de paradigma en la lectura que
tiene que ver con los nuevos formatos, con leer en pantallas, con múltiples
lecturas, con lecturas en árbol y queríamos hablar de esto”, señaló a Rosario
Express. Y además agregó: “La idea es que durante una semana en cada
institución haya un pequeño homenaje a la lectura, que no siempre tiene que ver
con lo literario ni con los libros, sino con la lectura simplemente”.
En cuanto a los tópicos sobre los que se manifestó el
profesor Igarza, la coordinadora del área de Lectura, rescató: “Los adultos
estamos más preocupados por saber hacia adonde nos llevan los nuevos parámetros
de lecturas, las nuevas tecnologías. Algo que no le pasa a los chicos, que van
acompañando los cambios, las transformaciones, de modo natural”, expresó.
Mientras tanto, revalorizó el sitio que ocupa la lectura en
el crecimiento cotidiano: “Siempre hay espacio para la lectura. Te permite
conectarte con vos mismo. Los chicos han perdido el espacio público como
escenario de juego y la lectura les ofrece un pequeño lugar interior donde
imaginar y ser quien uno quiere ser. Y nosotros tenemos la tarea de acercarles
ese pequeño espacio que les pertenece, ya sea comprándoles libros u
ofreciéndoles posibilidades desde los soportes digitales”, cerró.
Tres tópicos finales
La charla con Roberto Igarzu se disparó hacia otros
espacios, recuerdos de niño, vivencias como docente y una multiplicidad de
aspectos pero siempre tuvieron como eje a la lectura. Nos quedan tres aspectos
sobre los que vale la pena regresar; que hoy según sus estudios se lee mucho más
que antes; que es notable en estos tiempos la ruptura del lazo que unía a los
términos libro y lectura y que la escuela hoy juega un papel desnaturalizador,
a contramano de lo que ocurre en cada casa, donde los soportes digitales tienen
supremacía y preponderancia. Y queda pendiente una pregunta:
-¿podemos quedarnos tranquilos de que el libro no va a
desaparecer?
- No puedo vaticinar que el libro vaya a ser eterno, tampoco
que vaya a desaparecer. Esto es mercancía y contenido, cómo decía Bourdieu.
Como mercancía tal vez la valoración social esté en un proceso de
transformación hacia otra cosa. Hay que entender que lo que seguro tiene futuro
es la lectura aunque sus formatos y soportes puedan ir sufriendo las
transformaciones que son hijas de las evoluciones.
Como en una suerte de apoyo conceptual dice al respecto Umberto
Eco: “Las prácticas y las costumbres coexisten y no hay nada que nos guste más
que ampliar el abanico de nuestras posibilidades. ¿Acaso las películas han
matado a los cuadros?, ¿o la televisión al cine? Bienvenidos sean, pues, los
soportes y los periféricos que nos aseguran el acceso, a través de una simple
pantalla, a la biblioteca universal ya digitalizada”. Y amplía: “Con internet
hemos vuelto a la era alfabética. Si alguna vez pensamos que habíamos entrado
en la civilización de las imágenes, pues bien, el ordenador nos ha vuelto
introducir en la galaxia de Gutenberg y todos se ven de nuevo obligados a leer”,
expresa en su texto Nadie acabará con los libros, escrito a dúo con Jean Claude
Carriére.
A modo de cierre, Eco se permite una licencia nostálgica. A
pesar de sentirse parte de la transformación, no puede dejar de mencionar que
su objeto más preciado no tiene rival: “El libro es como la cuchara, el
martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede
hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara.
El libro ha superado sus pruebas y no se ve cómo podríamos hacer nada mejor
para desempeñar esa misma función”.
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