A un año de haber asumido la
responsabilidad de formar jugadores en las Divisiones Menores de Newell’s,
Martín Mackey realiza un balance del proyecto que aún está en etapa germinal pero
que tiene aristas para empezar a analizar. El hombre al que lo motorizan los
desafíos encontró en la posibilidad de elevar su propia vara de exigencia en la
Lepra, en un contexto diferente, con mayor exposición y en un contexto
desfavorable.
Alejandro Mangiaterra | Cruz del Sur
—¿Por
qué decidiste hace un año cambiar el confort que tenías en la UAR y asumir este
nuevo proyecto?
—Fueron
7 años alucinantes, de mucho esfuerzo, de mucho tiempo fuera de mi casa y de
mucho estudio. Yo estaba en un lugar en el que –aunque nadie tiene nada
asegurado– yo podría haber seguido desarrollando mi trabajo muchos años más. Mi
función estaba mucho más allá de si Los Pumas ganaban o perdían. Siento que
cuando me fui dejé una UAR mucho mejor que la encontré cuando llegué. Para
algunos los resultados habrán sido buenísimos, para otros no tanto, pero eso
tiene que ver con lo que ve el de afuera. Nosotros internamente, los que
trabajamos ahí, sabemos que lo que se construyó fue impresionante. De una
estructura amateur pasamos a jugar el Rugby Championship, el Súper Rugby,
terminar cuartos en un Mundial con un producto netamente desarrollado en tu
país. Por eso, fue una decisión de vida tomar este desafío en Newell’s.
—¿Por
qué cambiar todo eso?
—Para mí el partido con Irlanda (que
permitió el acceso a la semifinal del Mundial 2015), en lo profesional, fue lo
más importante que me pasó en la vida. Personalmente viví cosas increíbles en
ese partido. Se jugaban algunas cosas hasta familiares: mi apellido es
irlandés, fui a un colegio irlandés, muchos de los chicos que jugaron ahí
estaban en el Munster cuando yo fui a aprender, el club fue muy hospitalario
conmigo, paré en la casa de Paul O’Connell, sentía un gran aprecio por alguno
de esos chicos. Además, el partido, con lo espectacular que fue, agregado con
que el try de la victoria lo hace Juan Imhoff, un chico que conozco desde los
11 años, de Rosario, de Duendes y uno de los jugadores que ayudamos a formar,
fue algo indescriptible. El abrazo con amigos de toda la vida como Aspirina
Pérez, Pablo Bouza y con todo el staff, la despedida de la gente, que se subía
al techo del colectivo para festejar, todo eso, tocó alguna fibra en mí. Cuando
se alcanza algo tan fuerte es difícil volver a casa y decir “bueno, hay que
empezar todo de nuevo”. Sentí que había que habíamos cerrado un círculo. Y
justo llega la chance de un nuevo desafío de Newell’s. La idea de volver al
deporte que realmente practiqué de chico, en Rosario, mi casa; en Newell’s, el
club del que soy hincha movieron algunas cosas en mí.
—¿Alguno
de todos esos amigos que hiciste en el rugby te preguntó si estabas loco por
meterte en el fútbol?
—Todos. De cualquier manera, a pesar de que
es muy necesario escuchar a la gente que te rodea, yo siempre me he movido
escuchando más lo que me pasa a mí. Lo que siento es que en el momento en que
me llegó la propuesta yo ya lo había decidido. Por eso, más allá de que la
gente pueda decirte que estás loco, hoy confirmo estando adentro del fútbol que
lo que se ve desde afuera está distorsionado. Se dimensiona mucho más que lo
que realmente es. En el fútbol hay gente muy capaz, eso es lo que encontré acá
en Newell’s. Los chicos son esponjas respecto del aprendizaje, están siempre
predispuestos a incorporar nuevos conceptos, nuevos desafíos. Por supuesto que
lo externo es sumamente complejo pero uno tiene que aprender a mediar con eso y
hacerse resistente a lo que sucede.
—¿Cómo
te llevas con la crítica del mundo del fútbol?
—La crítica es igual en todos lados. Lo que
cambia son las dimensiones. En el fútbol está todo más exacerbado y además veo
que el espíritu de la crítica es más agresivo. Yo trato de estar bastante
aislado de lo que pasa ajeno al trabajo que hacemos aquí en Bella Vista. No es
que no lea los diarios ni me entere de lo que pasa pero trato de hacerlo menos.
Todavía me sorprende prender la radio y que por ahí aparezca mi nombre o estén
hablando de mi trabajo o que cuando entregas la tarjeta de crédito en una
estación de servicio el playero te pregunte si sos Mackey, el Newell’s.
—¿Cómo
se le transmite eso a los chicos?
—Lo que yo trato de hacerles comprender es
que la personalidad y la reputación son dos cosas distintas. Yo sé de mi
personalidad y mi capacidad, después está lo que la gente opina de mí. Cuando
la reputación invade la personalidad estás en problemas. Si estás todo el día
pendiente de lo que digan las redes sociales, los medios de comunicación o lo
que rodea a tu trabajo, empezás a dudar sobre si lo que estás haciendo está
bien o no. Acá tenemos un plan estratégico armado desde el primer día, por
escrito, y eso me permite saber si lo que yo pensaba desarrollar se está
cumpliendo o no, al margen de lo que pase afuera de este predio. Si Messi no
puede agradarle a todos, yo no puedo pretender nada. Sé que soy un tipo
honesto, buen compañero, una persona que trata de evolucionar, de mejorar, de
prepararse, después lo que opine el resto es justamente del resto. En este
ambiente, todos estamos bajo sospecha debido a cuestiones que no tienen que ver
conmigo, pero si yo soy parte de esto el mundo del fútbol dice que también
estoy sospechado.
—¿Te
molestan las críticas hacia tu trabajo y los que pasaron por tu puesto?
—Es muy común buscar el éxito y el fracaso
y a sus responsables. Ese pensamiento es muy habitual entre nosotros, no es
sólo del fútbol. Por poner un ejemplo, Enzo Cabrera, que hoy está en Primera,
no fue traído por nosotros pero sí fuimos nosotros los que le dimos la
posibilidad de que tenga un lugar en la pensión. Y en este tiempo aumentó cinco
kilos de masa muscular. El mérito de que haya llegado no es de nadie y es de
todos. El mérito es de Newell’s, de todos los que trabajaron en la formación de
todos los futbolistas. Y el mérito también es de Enzo, de su familia, del
proceso. Nunca hay un solo responsable ni de lo bueno ni de lo malo. Messi, es
Messi por él y por su circunstancia. Acá se criticó mucho el trabajo de Theyler
y después de Picerni, pero valdría la pena mirar el contexto en el que
trabajaron. Y por lo que yo veo han hecho un buen trabajo. Hay cosas que están
muy bien y cosas que yo hubiera hecho de otra manera, pero eso no quiere decir
que estén mal. Y yo me tomó de las bases que ellos construyeron para crecer.
—¿Cómo
se planifica y se sistematiza en un club de fútbol?
—Un plan no es una formula. Es una línea
organizativa bien marcada en la que se involucran varias cuestiones: Una es
ofrecer las bases para que todos sepamos que todas las personas que están
involucradas tienen la misma importancia, independientemente del rol que
ocupen: mi tarea es tan relevante como la del que tiene que cortar el césped
para que el lateral levante un buen centro y el 9 haga el gol. El sistema
demanda por escrito una evaluación de cada uno de nosotros de manera periódica,
tiene que describir y comprender a todos los personajes de todas las áreas
involucradas en el trabajo: entrenadores, preparadores físicos, kinesiólogos,
nutricionistas, médicos, psicólogos, departamento de captación, seguridad,
analista de video, secretaria técnica, dirigentes y jugadores. Cada una de esas
áreas tiene que desarrollar una metodología particular en la que cada recurso
humano trabaje con una idea común. No puede pasar que un kinesiólogo trabaje
con una metodología y otro con otra. No puede pasar que un PF saque a los
chicos a correr a la arena y otro trabaje con la pelota en el campo buscando
cosas distintas. No puede pasar que un entrenador pretenda que le tiren
pelotazos al 9 y otro que salgan jugando del fondo. Entonces, lo que evitamos
con eso es que si tenemos 15 equipos, esos trabajen como si fueran 15 clubes distintos
adentro de uno solo. Acá vienen a aprender a ser futbolistas y eso es lo que
tratamos de hacer.
—¿Cómo
te llevas con los prejuicios que el futbolero tiene sobre vos que venís del
rugby?
—Mirá, yo no les enseñé a jugar al rugby a
Los Pumas ni vengo a enseñarle a jugar al fútbol a estos chicos. A mí no se me
ocurriría decirle a algún técnico quien tiene que jugar. El plan estratégico
que nosotros apuntamos se puede abordar desde cualquier deporte e incluso en
otro tipo de organizaciones. Lo que yo hago es trabajar para que las más de 70
personas que trabajan acá tengan una gran libertad de pensamiento pero
orientado hacia un lugar determinado. Mi tarea, para explicarla en pocas
palabras, porque yo se que para mucha gente es medio difusa, es la de ser el
director del colegio. Yo tengo que evaluar si el profesor de matemáticas da
matemáticas como corresponde.
—¿Cuál
es tu relación con el resultado deportivo?
—Cuando a los chicos se les exige un
resultado desde afuera es peligroso, nosotros formamos futbolistas para que
lleguen a Primera. Obvio que queremos ganar pero a veces hay otros resultados
que valen. Newell’s volvió a tener 13 jugadores convocados a las selecciones
menores después de muchísimo tiempo. Después de Vélez, es el equipo que más
goles hizo en el fútbol argentino en inferiores. Nuestra séptima división es el
equipo que más goles hizo de los 180 equipos que juegan en todas las categorías
del fútbol argentino. Son cosas positivas pero ni siquiera eso nos asegura
poder lograr que los chicos lleguen a Primera División, que es lo que realmente
buscamos. Lo comparo con nuestro trabajo en Duendes. Mientras estuvimos
nosotros, las inferiores no lograron ningún campeonato. Pero esos chicos,
después, en 15 años lograron 17 títulos en Primera.
¿Es
decir que no te importa ganar a cualquier precio?
—Mirá, lo que a mí me gustaba del equipo de
Martino era que había educado al ojo de la gente. Si iba perdiendo, no le
tiraban pelotazos al 9 porque sabían que lo que les había hecho ganar tantas
veces era jugar a lo que sabían jugar. Entonces, si nosotros creemos que
defendiendo lejos de nuestro arco -y con la pelota- estamos más a salvo de que
nos hagan un gol, por qué le voy a pedir a los chicos que se metan atrás y
defiendan adentro del área. Esas cosas se enseñan en estas edades formativas.
Yo me identifico mucho con el equipo del ’88, con el de Bielsa que fue
extraordinario pero el de Martino fue el que más me llenó.
—¿Pensaste
alguna vez en trabajar para tipos a los que admiraste?
—La respuesta es que no lo sé. Yo siempre
traté de formarme para poder ser una persona elegida para trabajar. Yo creo que
hoy me siento preparado para trabajar en un lugar como éste que está lleno de
nombres a los que admiro. Lo mismo me pasaba en la UAR. Si me preguntás si
alguna vez pensé que podría trabajar para Llop, para Bielsa o para Martino la
respuesta es que no lo sé. Tampoco me podía imaginar cuando me tocó ser PF de
Los Pumas entrenar a Juan Martín Hernández, que es jugador top en el mundo. Yo
siempre pensé en formarme para tener una oportunidad y no esperar esa
oportunidad para empezar a formarme. Lo que sí me gustaría es que si esos
nombres que cité en algún momento vuelven al club digan: “Esto está ordenado,
esto está bien”. Por ahí se escucha siempre el rumor de que Bielsa va a volver.
Ojalá sea que vuelve porque encuentra una estructura óptima que lo contenga. O
si Messi en algún momento viene, que encuentre en lo futbolístico un desarrollo
de jugadores, con un estilo de juego, con una calidad de compañeros que estén
en condiciones de jugar con él. Yo no sé si pensé en trabajar para ellos, pero
ahora que estoy acá si pienso en tratar de dejarle jugadores a Martino para
que, si vuelve, pueda jugar como él quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario