Rosario Central está a horas de volver a
participar de la Copa Sudamericana tras casi una década de ausencias. Los
recuerdos del último gran hito, la actualidad del equipo y los pergaminos del
rival de turno le dan un marco particular al futuro centralista.
Alejandro
Mangiaterra
Pasaron nueve años desde la última
presencia de Rosario Central en un torneo continental y, como en innumerables
oportunidades, aquella vez el canalla dejó un mojón luminoso para su propia
historia. El 29 de agosto de 2005 el conjunto de Arroyito pegó su último gran
golpe en un certamen internacional. El contexto hizo su trabajo pero las
características del rival le abrieron las puertas de la posteridad.
El tiempo transcurrido lo confirma, Germán
Rivarola se transformó para siempre en héroe canalla. Pirulo le convirtió
varios goles a Newell´s, sin embargo, no habrá ninguno comparable con el
“Pirulazo” de aquella noche en el Parque.
Los dos traían ausencias de peso. En
Central faltaba su goleador Emanuel Villa, con dolencias en la planta del pie.
Mientras que en Newell´s no estaba Ariel Ortega, emblema del equipo campeón en
2004, por problemas físicos. Además, el técnico leproso Juvenal Olmos decidió
aquella tarde dejar en el banco a Damián Manso, una de las determinaciones que
harían muy corta su estadía en el Parque Independencia.
El empate sin goles del duelo de ida
disputado en el Gigante de Arroyito dejaba la serie abierta para la definición
en el Coloso. El partido fue tan intenso como mal jugado, pero la historia
recuerda poco la ausencia de brillo y fija en la memoria el zurdazo de Rivarola
entrando por el segundo palo, tras el centro de Paulo Ferrari.
Nueve años después, consultado por Cruz del
Sur, Germán Rivarola recuerda aquel momento con un sentimiento indescriptible
aunque adulterado por el paso del tiempo: “La verdad que prefiero no imaginar
qué hubiera pasado si llegaba un segundo tarde a esa pelota o si la tiraba por
arriba del travesaño. Prefiero quedarme con lo que sucedió y aferrarme al
cariño de la gente cada vez que me lo recuerda”, expresó Pirulo.
Los años seguirán pasando y la figura del
Pirulazo tomará cada vez un estatus mítico mayor para abonar las páginas de
gloria del canalla. Como aquella palomita de Poy o el título de la Conmebol, la
eliminación de Newell´s más que la clasificación canalla tendrá su selecto
lugar en el libro de los recuerdos: “Soy consciente de que ese gol marcó mi
vida para siempre en cuanto a mi vínculo con el hincha de Central y con la
institución. Marcó un quiebre en mi carrera”, añadió Rivarola.
Eran tiempos en los que el fútbol argentino
aún gozaba de la presencia del público visitante y Rivarola desató su locura de
cara al grueso de la hinchada que a partir de ese momento lo adoptaría como
referencia histórica: “La gente me recuerda el partido y el gol en particular todos
los días en la calle. El hincha de Central es muy especial y eso es lo que más
se disfruta a la distancia”.
El partido se había roto en la última
jugada del primer tiempo. Elizondo ya miraba su reloj para marcar el cierre de
la etapa inicial cuando el grito de gol hizo temblar los cimientos de la
ciudad: “Recuerdo mucho el sentimiento de estar a punto de empezar el segundo
tiempo y querer que se termine rápido.
El equipo iba a tener que aguantar que se nos vinieran encima. Ese segundo
tiempo duró una eternidad”, recordó el ex lateral canalla.
Una vez que Elizondo dijo basta se inició
el mito: “El festejo dentro de la cancha y en el vestuario quedará como uno de
los momentos más queridos de mi carrera, tal vez el más importante”, cerró
Rivarola.
Aquella tarde, el equipo que conducía Ariel
Cuffaro Russo salió a la cancha con: Juan Ojeda; Ricardo Moreira, Ronald
Raldes, Ramiro Fassi, Germán Rivarola; Paulo Ferrari, Andrés Díaz, Diego
Calgaro, Emiliano Papa; Pablo Vitti (luego Mauro Monges) y Marco Ruben (más
tarde Damián Ledesma).
Su rival fue: Justo Villar; Luciano Vella,
Nicolás Spolli, Julián Maidana, Germán Re; Ignacio Scocco (Aldo Osorio), Ariel
Zapata, Damián Giménez, Oscar Lucero (Fernando Belluschi); Santiago Silva y
Héctor Steinert (Damián Manso).
El
camino hacia el regreso
Es cierto que la ausencia por tantos años
en torneos internacionales hace valioso este recuerdo, pero también lo acentúa
el contexto, las referencias cercanas y los tragos amargos vividos hace poco
tiempo.
El paso del canalla por la B Nacional,
traumático y doloroso para sus hinchas, contrasta con este presente de triple
competencia y sueños grandes de un equipo aun en formación y plagado de
contradicciones.
Las tres temporadas en la segunda categoría
se configuran de modo fantasmal para regresar como amenaza Su entrenador
actual, Miguel Ángel Russo se ha encargado de subrayar en más de una ocasión
ese pasado cercano y oscuro con el objetivo de valorar lo que hoy vive la
institución.
Lo concreto es que aun el canalla no ha
ganado nada, pero al menos ha salido de los días grises y tormentosos de hace
un par de temporadas.
El
sobreviviente
El único futbolista canalla que aún
permanece en la institución es Paulo Ferrari, quien jugó esa última temporada
antes de pasar a River y regresar a Rosario en la temporada 2010-2011.
Su marca de más de 280 partidos con la
casaca auriazul lo postulan como uno de los más importantes referentes de la
entidad y lo obligan a servir de guía para los jóvenes que debutarán en la competencia.
Además, el canalla necesitará de las figura
de Sebastián Abreu y Mauricio Caranta para guiar a los más inexpertos y
ayudarlos a olvidar las presiones.
El
presente
El equipo de Russo buscará construir su
nueva identidad. En el campeonato vive momentos ciclotímicos de agresividad y
desconcentración. Sin embargo, tanto el DT como el plantel saben que en este
tipo de series la estrategia y la planificación juegan un papel trascendente.
El canalla tendrá enfrente al equipo más
copero de la Argentina. Boca llega con el mejor palmarés en ese plano pero con
profundos conflictos que construyen un marco de incertidumbre respecto de su
rendimiento ante el canalla.
La fase inicial de la Copa Sudamericana se
inicia en el Gigante, se cierra en la Bombonera pero se vivirá durante una
semana en cada casa rosarina, defiendan o no los colores auriazules.
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