miércoles, 5 de noviembre de 2014

Bailando en el Titanic


Rosario Central se muestra obnubilado con los retazos del clásico mientras hipoteca el futuro. Con la derrota ante Rafaela acumuló su octava caída en catorce fechas y es, junto a Olimpo, el equipo que más perdió en el torneo. 


El triunfo de Central en el clásico ante Newell´s ha actuado como el humo de las bengalas, como una cortina densa y viscosa que niega lo que está delante de los ojos. Suele escucharse en boca de plateistas que no les importa demasiado haber caído con Belgrano y Rafaela de modo consecutivo, incluso tampoco duele tantos lo mal que juega el equipo, porque haber ganado el clásico tiene ese perfume que lo invade todo y tapa hasta esos olores que indican que algo puede terminar por podrirse. Una victoria ante el enemigo íntimo tiene ese condimento que sirve para paliar la crisis futbolera de cualquier equipo de la Argentina, y en esta ciudad mucho más.

Sin embargo, el canalla debe saber que está jugando con fuego, que puede estar bailando en el Titanic sin haberse dado cuenta. El actual torneo no tendrá descensos producto de las modificaciones en la estructura del certamen. De todos modos, habrá que tener claro que mientras parece que nada pasa, el promedio sigue jugando su partido silencioso y que en el futuro pasará factura a quienes no atiendan a su juego.

También es cierto que los últimos dos torneos, el equipo de Russo alcanzó la puntuación que deseaba. Llegó a las 25 unidades en cada campeonato y entre los dos certámenes sumó 54 puntos. Una cifra nada despreciable pero, a su vez, nada segura. Sobre todo si el presente condiciona esos resultados. Hasta hoy Rosario Central suma 16 puntos, está a nueve de los pretendidos veinticinco, pero la proyección no es del todo auspiciosa.

El que más tropezó

Rosario Central es, junto a Olimpo, el equipo que más perdió en el campeonato. Fue vencido en ocho ocasiones, lo mismo que el elenco del sur. Sin embargo, la diferencia en la tabla es importante. El bahiense es el último en las posiciones mientras que el canalla está decimoquinto. 

Haber perdido ocho de los catorce juegos del campeonato es demasiado para un equipo que se preciaba de competitivo. Sólo lo mantiene en la mitad de la tabla los pocos empates que ha cosechado en relación a las cinco victorias que consiguió.

Hay cinco equipos que perdieron menos pero que empataron más y por eso están abajo del canalla en la estadística. Es claro que en estos torneos donde el que gana suma de a tres no es nada tentador ser un equipo que hilvana empate tras empate. Esa sumatoria ínfima de Belgrano, Gimnasia, Godoy Cruz, Quilmes y Defensa y Justicia, los condena a estar peor ubicado que el conjunto de Arroyito.

La grilla marca que de los últimos seis partidos perdió cinco. El único oasis en el camino fue la victoria ante los rojinegros. Pero el dato se desluce aun más cuando se observa que el equipo tiene menos goles a favor que los que le convirtieron, que sus goleadores son Walter Acuña y José valencia, dos futbolistas a menudo suplentes, y que de local en el Gigante perdió la misma cantidad de partidos que las que ganó. Este dato replica la preocupación de su entrenador, quien en la conferencia de prensa tras la caída ante la Crema se lamentó de que el Gigante haya dejado de ser un fortín inexpugnable. 


Carencia de planes

El conjunto de Arroyito ha sido víctima de las tentaciones y de la escasez de variantes, no de futbolistas sino de formas. Utilizar como único recurso el pelotazo a Sebastián Abreu ha sido para el canalla la única manera de acercarse rápidamente al área rival. El equipo de Russo se vio tentado por la portentosa talla del uruguayo y creyó que sería la manera más cómoda de jugar en el área rival.

Sin embargo, físicamente el delantero de Minas ya no tiene la misma fortaleza y velocidad de otros tiempos en los que podía sacar clara ventaja ante sus marcadores. Pero además, creer que ese es el único camino viable es subestimar las capacidades del resto.

Russo siempre acompañó al Loco con un velocista a su lado que pudiera aprovechar la segunda pelota y trató de reunir dos carrileros de intenso desgaste por los costados para acompañar esas opciones ulteriores. Pero nunca pudo imponerse, porque sumado a la condición física también existe la destreza táctica de los rivales que han sabido neutralizar esas acciones. Como consecuencia, el canalla en más de una ocasión se vio perdido en ataque y no hubo otro plan.

Rigidez táctica

En los últimos compromisos, el entrenador pareció querer cambiar pero se quedó a mitad de camino. Para el último juego con Rafaela, por ejemplo, el entrenador optó por poner junto a Abreu a un jugador más desequilibrante desde la técnica que desde su condición física. La inclusión de Pablo Becker en cercanías del área pronosticaba otro modo de arrimarse a ella.

Era posible presumir que al juntar a jugadores de buen pie como Domínguez, Barrientos, Aguirre, Encina y Becker, el equipo mostrara otro proceso creativo, pero no. La formula fue la misma. Los pelotazos frontales a Abreu se multiplicaron y el enlace quedó aislado, sin participación por abajo y sin conexión aérea con el Loco. Para ese trabajo hubiera sido mejor que Russo no cambiase.

Algo que nunca quiso hacer el conductor canalla es romper el doble cinco, utilizó todas las variantes posibles con los tres nombres con los que cuenta en esa posición, pero siempre con dos hombres en el círculo central. Uno podía suponer que teniendo a Becker para utilizar como enlace de dos atacantes los caminos serían distintos pero el entrenador nunca lo probó ni por un instante.    

Tampoco quiso romper la línea de cuatro defensores ni cuando estuvo en desventaja, una decisión sustentada en la necesidad de llegar por los costados hasta el fondo del campo. Aunque muchas veces lo que ocurre es que ni siquiera tienen la chance de hacerlo porque el equipo no impone sus condiciones.

En cuanto a nombres ha rotado mucho, utilizó a la mayoría de los que tiene a disposición. Tal vez lo que reste sea modificar la idea táctica que parece haber sido captada por los rivales y, en consecuencia, neutralizada.

Lo que vendrá


De aquí al cierre, Rosario Central tiene dos compromisos de local ante Vélez y Racing y tres fuera de casa con Estudiantes, Olimpo y Banfield. Tal vez estos partidos sean instancias de prueba –los primeros en la fila- y de mantenimiento -los restantes-, siempre con el objetivo de la puesta a punto para las semifinales de la Copa Argentina ante el Bicho de la Paternal y la presunción de una posible final, siempre y cuando no se entretenga bailando en el Titanic y note a tiempo que hay un iceberg enfrente. En este cierre de año, el canalla se juega la chance de un título pero también se juega la continuidad o no de un proyecto.

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