miércoles, 27 de junio de 2018

Messi y su Troya

Si le hiciste bullying a tu compañerito de banco todo el año, el día del examen es posible que las condiciones no estén dadas como para que él te sople la respuesta que te falta. Pero por ahí, después de haberlo hostigado, de haberlo flagelado, de haberlo pateado en el piso, el tipo, desde el suelo, se da vuelta, te mira y te dice: “La respuesta es: Aquiles, el de los pies ligeros”.

Aquiles era un semidiós griego. La Guerra de Troya es bien conocida, aunque más lo es el caballo. Aquiles era el mejor de los guerreros que buscaban ingresar a Troya para, entre otras cosas, rescatar a Helena. La Ilíada, el poema que narra la batalla en Troya, inicia con el retiro de Aquiles del ejército griego producto de una ofensa de su rey Agamenón, que sabía que sin Aquiles no podía ganar la guerra. Aquiles es Messi, el de los pies ligeros.


El rosarino es el mejor de los nuestros. Está de más está frase pero es necesaria a fines descriptivos. Messi fue destratado, ofendido, descalificado. Hubo un tiempo en el que se retiró del ejército argentino. Por suerte su ausencia fue breve. No fue el convencimiento de Bauza en aquel momento, ni el de Sampaoli y su idea la que lo hizo volver, tal vez fueron las presiones, las obligaciones, el reconocimiento de que sin él la historia sería otra.

Todo se había hecho mal para que quisiera irse. Todo se había hecho mal desde la salida de Martino, si querés desde la salida de Sabella pero sobre todo en el proceso previo al Mundial. Nadie le quita responsabilidad que le toca a Sampaoli que no supo convencer a los nuestros de lo que sí convenció a los jugadores chilenos. Nunca vimos al equipo de Sampaoli. Nadie le quita carga a los jugadores, quienes no supieron rebelarse anímica y futbolísticamente ni demostrar sus credenciales hasta aquí. Hasta hoy.

Una buena parte de la responsabilidad la tenemos todos. Incluso los comunicadores, más que el resto. Por supuesto que es válida y necesaria la crítica pero a veces hacemos más que eso, más bien hacemos otra cosa. El escritor Alejandro Dolina hizo una apreciación en su programa de radio sobre cómo abordamos un fracaso, el fracaso del que escapamos por cinco minutos.

“Por ahí tenemos que pensar que la derrota no es judicializable. No se puede hacer de la derrota deportiva una cosa culposa. Perder no es un delito ni es una falta moral. Tampoco es un pecado para que aparezca la noción de culpa. No hay dolo. Todo eso no está en el deporte. Uno pierde porque alguno jugó mejor que otro, porque alguno defeccionó, porque alguno a cometido desaciertos, errores, pero no actos culposos, ni actos que deban ser perdonados por un tribunal, que parece son todos los periodistas deportivos que están en Rusia, que se convirtieron en fiscales morales de la nación ante quienes deben responder los jugadores de fútbol”, señaló el autor de Crónicas del Ángel Gris.

En el mismo sentido, el periodista Gonzalo Bonadeo, desde Rusia, hizo una fiel descripción de ese modo de proceder argentino: “Por lo general, en el deporte se gana, empata o pierde por cuestiones del juego. Salvo cuando los periodistas hablamos de fútbol. Entonces perdemos porque nos estafan, porque lo cagan al técnico o por cuestiones metafísicas. Eso sí, cuando ganamos, es porque somos grosos”, apuntó.

Una de las canciones de hinchada más populares dice “hoy no podemos perder”. Ese es el reflejo de lo que piensa el hincha medio. ¿Cómo que no podemos perder? Es una de las tres chances posibles.

Antes de la explosión de alegría ante Nigeria, cuando la incertidumbre reinaba, Gerardo Martino, también se expresó sobre el modo de asimilar las derrotas y fue más lejos: “Argentina vive convulsionada todos los días y no solamente en el fútbol”, dijo. Y agregó: “El día a día se hace difícil en Argentina porque la gente vive alterada y vive con muchas ganas de pelear, más que de disfrutar la vida. Vive buscando dónde están los problemas, daría la sensación de que sin conflicto no podemos vivir”.

Si hay alguien a quien se lo condena por el fracaso en el fútbol argentino es a Marcelo Bielsa. El rosarino acaba de ser presentado como nuevo entrenador del Leeds de Inglaterra. En ese espacio fue consultado sobre el paso de la selección por Rusia, antes de la alegría del tercer partido. El ex DT de Newell's respondió: “Hay una respuesta a su pregunta que está circulando periodísticamente que da Gerardo Martino que describe lo difícil que es la relación de quienes representan al fútbol argentino en la selección y las expectativas que el público pone en lo que produzca un futbolista”, dijo. Y agregó: “De todos modos, no soy la persona más indicada para referirme a este tema porque en el 2002 Argentina dirigida por mí quedó eliminada en la primera ronda. Eso me convierte en sospechoso diga lo que diga”, dijo Bielsa.

Estuvimos a un paso del fracaso. De volver en primera ronda. De revivir la historia del 2002. Por suerte, Aquiles volvió a la guerra producto de la ira, porque mataron a Patroclo, porque era necesario rebelarse ante la adversidad. Y Messi se rebeló ante el nervio que paraliza, ante la ausencia de ideas de los dos primeros partidos, ante la crítica despiadada, ante el descrédito. Pero por más semidiós que fuera, el rosarino necesitó del resto de su tropa. El festejo fue de Aquiles pero no hubiera sido posible sin un ejército, sin un ejército Rojo.

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