En otros tiempos, los clubes de la ciudad
presumían de ser el semillero de la Argentina y el mundo. Hoy, Newell´s y
Central priorizan traer jugadores para completar planteles que no pueden
llenarse con lo que hay en casa. Ese es el mensaje que deja el mercado de
pases.
Alejandro Mangiaterra| Cruz del Sur
El fútbol tiene un sinfín de frases hechas
que se expresan más para salir del paso que para reflejar una idea que sustente
las decisiones que se toman. Los técnicos suelen hablar de proyectos y los
dirigentes declaman cabalgar el mismo caballo. Pero ante el primer temblor, el
proyecto se guarda bajo siete llaves para una mejor oportunidad y se buscan
espaldas anchas y bolsillos caudalosos para afrontar los tiempos en los que
campea el temporal.
Así, Newell´s y Central, en sus
diferencias, y aunque no quieran mezclarse, han recorrido este verano un camino
similar, un camino que no abonaban como política institucional. Los dos
apostaron a la contratación de una numerosa cantidad de jugadores, unos más que
otros, relegando así el espacio que las divisiones menores empezaban a ganar.
Incluso, algunos de los que llegan para el
torneo próximo a iniciarse, son más calificables como incorporaciones que cómo
refuerzos. De modo que cae de madura una pregunta insoslayable: ¿para qué
tantos años de trabajo de los formadores si no se utilizan los valores que van
naciendo? O en todo caso, ¿lo declamado en torno del valor que ambos le daban a
las inferiores, a volver a ser el semillero del futbol argentino, era una
ilusión óptica?
Rosario Central es de los equipos que más
se ha reforzado en el fútbol argentino. Ya son siete los futbolistas que
llegaron y, según la consideración del técnico, todos llegan para ser
titulares.
Al mismo tiempo, el Canalla ostenta dos
campeonatos de la división reserva y un subcampeonato en los últimos tres
torneos. Eso significa que, de ese tiempo a esta parte, es el mejor en esa
división, formativa pero sólo a un paso del salto al profesionalismo.
Es verdad que el nivel de jerarquía de los
que arribaron, a priori, resulta alentador para las aspiraciones de los hinchas
canallas, pero también deja en evidencia que aquel deseo de fomentar el
desarrollo de las categorías formativas, para que Central vuelva a ser
exportador y así aliviar su economía, queda en stand by.
Según el once ideal de su entrenador al
menos siete de los once que saldrían a la cancha serán distintos de los que
fueron protagonistas el torneo pasado. Y en ese marco, el único juvenil que
parece haberse ganado el derecho de seguir entre los que inician es Franco
Cervi. El resto de juveniles quedarán tapados por este aluvión de
incorporaciones.
Es claro que a Coudet no le gustaba el once
que ponía en la chancha Russo y el plantel con el contaba, sino no se explica
su necesidad de conformar un equipo nuevo; menos la de dejar ir a los que se
fueron: Acevedo, Correa, Medina, Delgado, Valencia, entre otros. Sumado a esto,
se ha mostrado poco propenso a utilizar a los juveniles que se quedaron y que
tuvieron minutos de calidad el semestre pasado; tal es el caso de Jonás
Aguirre, Piñero, Elías Gomez, Da Campo, Lazo o Migone.
El caso de Newell's es, tal vez ,más
llamativo porque hace un año y medio fue campeón y se vanagloriaba de tener una
base sólida de futbolistas del club y juveniles a punto de explotar, que
potenciarían las condiciones de bienestar que vivía la institución.
Tan es así que aquella coronación, sumado a
la presencia posterior de Martino en Barcelona, decantó en que el Tata arribara
a la selección mayor. Es más, uno de los puntos calientes era la llegada a la
AFA de Jorge Theiler como seleccionador de las categorías menores –apoyado en
el trabajo realizado en la lepra– dónde debía enfrentarse en una dura batalla
nada menos que ante Humberto Grondona, actual seleccionador de las divisiones
formativas.
Si bien algo de la base de aquel equipo
campeón se mantiene en el rojinegro, para este torneo ha incorporado
futbolistas sin la jerarquía, en algunos casos, para reforzar un plantel
competitivo. Es más, la mayoría de los refuerzos, salvo Bernardello, llegan con
el objeto de completar un plantel que se presume pobre a los ojos del nuevo entrenador.
¿No había nada abajo que pudiera utilizarse?
Si la respuesta es positiva no se entiende la
contratación de Fattori, por más potencial que el muchacho tenga, o la
contratación de Nehuén Paz, aunque el joven tenga chapa y perfil europeo. Lo
que más alarma es que no haya, puertas adentro, el recambio que necesitan los
titulares. Es llamativo que después de varios años de trabajo no hayan podido
formar un lateral que sea opción de Cáceres, un mediocampista derecho para
evitar desembolsar 400 mil dólares por un proyecto ajeno o un arquero que
llegase a ser opción de Ustari.
Todos los que se fueron son proyectos que
se quedaron en eso: Ortiz, Isnaldo, Hoyos, Torres y Beloso fueron marginados de
las pretensiones del nuevo entrenador. Mientras que es evidente que jóvenes
como Silva, Bustamante o Fydrizewski tendrán poco lugar en el equipo. Cada uno
de ellos señalados como buenas opciones pero que no pasaron de la categoría de
promesas.
Tal vez la necesidad y las presiones del
entorno hayan hecho que para lo que viene lo importante sea algo que
"garantice" surfear la ola. Es un hecho que, más allá de las
decisiones de los entrenadores, las políticas institucionales han cambiando,
las acciones van en otro sentido. Ya no se observa claramente la postura de
apostar por lo propio, aunque sea arriesgado, por más se declame que eso es a
lo que se apunta.
Es una decisión y como tal tendrá sus
consecuencias. Si sale bien se ponderará el ojo visionario de los que apostaron
por la importación, aunque el club se llene de deudas y las jóvenes promesas
mantengan esa calificación eternamente. Si sale mal, el malestar general tendrá
un valor exponencial y navegaremos por los mismos y remanidos temas: deudas,
responsabilidades, culpas y volver a empezar. El tema que subyace es la
Identidad.
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